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Durante casi 20 años de investigación en mar abierto, el biólogo Alex Jordan y su equipo del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal sospechaban que los peces podían reconocer a los buceadores que los estudiaban. Esa intuición fue confirmada recientemente con un estudio publicado en Biology Letters, en el que se demuestra que algunas especies de peces pueden identificar visualmente a sus buceadores favoritos, en particular por el color de su equipo de buceo.

El experimento se llevó a cabo en aguas de Córcega, Francia, con dos especies comunes del mar Mediterráneo: la dorada ensillada (Oblada melanura) y la dorada negra (Spondyliosoma cantharus). Durante un mes, el equipo realizó más de 30 inmersiones entre 4 y 8 metros de profundidad para entrenar y observar a los peces.

Katinka Soller, estudiante del equipo de Jordan, inició el proceso vistiendo un chaleco de colores brillantes mientras alimentaba a los peces con rodajas de gamba durante 23 inmersiones. Flotaba cinco minutos, nadaba 50 metros y volvía a alimentarlos. Tras 10 sesiones, dejó de usar el chaleco y de dar comida. Aun así, una media de 13 peces continuó siguiéndola, lo que indicaba que habían aprendido a reconocerla.

Para verificar si los peces distinguían a una persona específica y no sólo al acto de bucear, se introdujeron dos buceadores distintos: Soller y Maëlan Tomasek, con trajes de colores distintos. Flotaban juntos tres minutos antes de separarse. Solo uno recompensaba con comida. En pocos días, los peces aprendieron a seguir sistemáticamente al buceador que les daba alimento, indicando una clara capacidad de discriminación visual.

En un último paso, ambos buceadores repitieron la rutina con trajes idénticos. Esta vez, los peces no pudieron distinguir quién les daba comida y volvieron a seguir a ambos, lo que sugiere que el reconocimiento se basaba en señales visuales como el color del traje.

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Aunque pueda parecer una estrategia simple, Jordan defiende que incluso los humanos, bajo el agua, dependen de los colores del equipo para reconocerse. El estudio sugiere que los peces no solo responden a estímulos simples, sino que pueden asociar estímulos visuales con recompensas específicas y que su comportamiento social podría ser más complejo de lo que se pensaba.

Cait Newport, bióloga de la Universidad de Oxford, considera que estos hallazgos refuerzan la idea de que los peces tienen una inteligencia subestimada. Aunque ya había investigaciones en laboratorio sobre reconocimiento de rostros en 3D por parte de los peces, este estudio aporta una valiosa evidencia en entornos naturales.

Bryan Neff, ecólogo canadiense, matiza que los peces probablemente no reconocen rasgos humanos individuales, pero sí reaccionan a diferencias visuales como el color. Sin embargo, el hecho de que puedan hacerlo en un entorno natural abre nuevas preguntas.

Además, los resultados podrían tener implicaciones para los propios investigadores, ya que la interacción frecuente con ciertos científicos podría sesgar resultados al alterar el comportamiento de los peces en función de experiencias previas. Como advierte Jordan: “No somos los únicos que observamos. Ellos también nos observan”.