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Día sin postre franquismo

Durante los años más difíciles de la Guerra Civil Española, el régimen franquista puso en marcha una serie de medidas alimentarias que parecían solidarias. Una de las más curiosas y simbólicas fue el famoso “día sin postre”, una orden que obligaba a eliminar el postre de los menús, tanto en restaurantes como en casas, todos los lunes, desde 1936 hasta 1942.

Esta medida, que fue impulsada al principio por las autoridades militares del bando sublevado, se presentó como una contribución voluntaria al bienestar de los más necesitados. Sin embargo, el ahorro que se generaba no era por pura generosidad, sino que se utilizaba en gran parte para financiar al ejército franquista y a organizaciones benéficas controladas por el régimen.

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En los restaurantes, se cobraba el menú completo, pero no se servía postre; el coste ahorrado debía ser donado. En casa, se esperaba que las familias hicieran el mismo ejercicio, estimando cuánto habrían gastado en el postre y enviando ese dinero como colaboración. A esto se sumó el “día del plato único”, otra medida similar que limitaba la comida a una sola preparación y también recaudaba fondos con el mismo mecanismo.

El cumplimiento de estas normas se vigilaba mediante campañas de prensa, anuncios radiales, bandos municipales e incluso inspectores. Las personas que se negaban podían ser sancionadas e incluso expuestas públicamente como “insolidarias con la patria”.

Aunque se justificaba como un gesto patriótico y cristiano, el día sin postre fue en realidad una herramienta de recaudación ideológica, que disfrazó como caridad lo que era un sistema de impuestos indirectos obligatorios, en un contexto donde la corrupción y el control social eran moneda corriente.