A pesar del auge de nuevas tendencias gastronómicas y del aumento de la oferta en supermercados y restaurantes, Colombia sigue teniendo uno de los niveles más bajos de consumo per cápita de vino en el mundo hispanohablante. Según cifras recientes, durante el año 2023, cada colombiano consumió en promedio 0,66 litros de vino, una cifra que deja al país en el puesto número 12 entre los países de habla hispana.
Este bajo nivel de consumo contrasta fuertemente con países como Argentina, España o Chile, donde el vino forma parte esencial de la cultura, la gastronomía y la cotidianidad, y donde el consumo anual por persona supera fácilmente los 20 litros.
Un gusto aún incipiente
Aunque en los últimos años ha habido un crecimiento en el interés por el vino, especialmente entre los jóvenes adultos y en eventos gastronómicos, el consumo en Colombia continúa siendo marginal en comparación con otras bebidas alcohólicas como la cerveza y los licores tradicionales como el aguardiente y el ron.
Expertos aseguran que factores como el precio, la falta de educación sobre el producto, la escasa producción nacional y una cultura de consumo aún no consolidada, han impedido que el vino tenga una mayor presencia en la vida cotidiana de los colombianos.
Oportunidades para el mercado
Para algunos comerciantes y productores, esta baja cifra representa también una oportunidad de crecimiento. En ciudades como Bogotá, Medellín y Cali, han aumentado las catas, festivales, ferias del vino y ventas por suscripción, buscando atraer nuevos consumidores con propuestas accesibles y pedagógicas.
De igual forma, la importación de vinos chilenos, argentinos y españoles ha crecido lentamente, apuntando a un público que comienza a explorar nuevas opciones más allá de los licores tradicionales.
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