Reacción del perro ante la llegada de un bebé
La llegada de un bebé a casa es un acontecimiento emocionante para cualquier familia. Pero hay un integrante que, aunque no siempre se considera de inmediato, también vive este cambio con intensidad: el perro. Lejos de ser indiferentes, los perros son animales perceptivos que reaccionan a las transformaciones emocionales y ambientales del hogar.
Desde el embarazo, muchos perros comienzan a notar que algo ha cambiado. Nuevos olores, alteraciones en las rutinas, menor atención por parte de sus cuidadores y la presencia de objetos desconocidos son señales que despiertan su curiosidad o ansiedad. Algunos incluso detectan los cambios hormonales de la madre antes de que la familia confirme la noticia.
Cuando el bebé llega, el impacto emocional en el perro puede variar. Algunos experimentan celos o confusión, sobre todo si antes eran el centro de atención. Otros pueden mostrarse protectores y tranquilos, desarrollando rápidamente un vínculo afectivo con el nuevo miembro de la familia.
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La clave para una buena adaptación está en la preparación. Anticipar los cambios, introducir progresivamente sonidos y objetos relacionados con el bebé, reforzar comportamientos positivos y mantener rutinas para el perro puede ayudar a evitar conductas indeseadas.
También es fundamental no excluir al perro una vez que el bebé está en casa. Integrarlo en las nuevas dinámicas, ofrecerle momentos de afecto y permitirle explorar bajo supervisión son pasos esenciales para que sienta que sigue siendo parte de la familia.
Con paciencia, guía y amor, la relación entre un perro y un bebé puede convertirse en una de las más dulces y sólidas de la infancia. Después de todo, el primer amigo de un niño, muchas veces, camina en cuatro patas.
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